domingo, 2 de enero de 2011

Inicia bien el 2011 - Algo en lo Cual Hincar Tus Dientes

Es malo que el enojo se mueva dentro, porque eso quiere decir que toda la estructura del cuerpo y mente será envenenada por él. Y entonces si tú continúas haciendo esto durante mucho tiempo… como todos lo han estado haciendo, porque la sociedad enseña a controlar, no a transformar.
La sociedad dice, "Contrólate", y a través del control, todas las cosas negativas han sido arrojadas más y más profundas al inconsciente, y entonces se convierten en algo constante dentro de ti. Entonces no es cuestión de estar enojado algunas veces y otras no — tú simplemente estás enojado. A veces estallas, y a veces no estallas porque no hay excusa, o tienes que encontrar una excusa. Y recuerda, ¡puedes encontrar una excusa en cualquier parte!
Tú estás enojado. Como has reprimido tanto enojo, ahora no hay momentos en que no estés enojado; cuando mucho, a veces estás menos enojado, a veces más. Todo tu ser es envenenado por la represión.
Tú comes con enojo — y tiene una calidad diferente cuando una persona come sin enojo: es hermoso observarla, porque come sin violencia. Puede estar comiendo solamente verduras y frutas, pero come sin violencia; tú puedes estar comiendo carne, pero si reprimes el enojo, comes violentamente.
Tan sólo al comer, tus dientes, tu boca, liberan enojo. Tú masticas el alimento como si éste es el enemigo. Y recuerda: siempre que los animales están enojados, ¿qué harán? Solamente dos cosas son posibles: no tienen armas y no tienen bombas atómicas, ¿qué pueden hacer? Ya sea con sus uñas o con sus dientes serán violentos contigo.
Éstas son las armas naturales del cuerpo: las uñas y los dientes. Es muy difícil hacer algo con tus uñas, porque la gente dirá, “¿Eres un animal?” Entonces lo único que te queda a través de lo cual puedes expresar el enojo o la violencia con facilidad es la boca… y eso tampoco puedes utilizarlo para morder a alguien. Por eso decimos, “una mordida de pan,” “una mordida de alimento,” “unas cuantas mordidas.”
Tú comes el alimento violentamente, como si el alimento fuera el enemigo. Y recuerda, cuando el alimento es el enemigo, no te alimenta en realidad, alimenta todo lo que está enfermo en ti. La gente con enojo profundamente reprimido come más; sigue acumulando grasa innecesaria en el cuerpo. ¿Y has observado que la gente gorda casi siempre está sonriendo? Innecesariamente, aunque no haya razón, la gente gorda siempre continúa sonriendo. ¿Por qué? Éste es su rostro, ésta es la máscara: están tan asustados de su ira y de su violencia que tienen que conservar un rostro sonriente continuamente en sí mismos — y siguen comiendo más.
Comer más es violencia, enojo. Y entonces esto se moverá de todas las formas, en cada escenario de tu vida.
Cuando estás comiendo, te enojas: mira a una persona comiendo. Mira a una persona haciendo el amor — el enojo ha ido tan profundamente que incluso el amor, una actividad totalmente opuesta al enojo, incluso ello es envenenado; el comer, una actividad absolutamente neutral, incluso ello es envenenado. Entonces tú apenas abres la puerta y hay enojo, pones un libro sobre la mesa y hay enojo, te quitas los zapatos y hay enojo, estrechas las manos y hay enojo — porque ahora tú eres el enojo personificado.
Con la represión, la mente se divide. La parte que aceptas se convierte en el consciente, y la parte que niegas se convierte en el inconsciente. Esta división no es natural, la división sucede debido a la represión. Y en el inconsciente tú sigues arrojando todos los desperdicios que la sociedad rechaza — pero recuerda, cualquier cosa que arrojas allí dentro se convierte cada vez más en parte de ti: entra en tus manos, en tus huesos, en tu sangre, en el latido de tu corazón. Ahora los psicólogos dicen que casi el ochenta por ciento de las enfermedades son causadas por emociones reprimidas: tantas fallas cardíacas quieren decir que mucha ira ha sido reprimida en el corazón, tanto odio que el corazón es envenenado.
¿Por qué? ¿Por qué el hombre reprime tanto y se vuelve enfermizo? Porque la sociedad te enseña a controlar, no a transformar, y el camino de la transformación es totalmente distinto. Para algunas cosas, no es una manera de control en absoluto, es precisamente lo contrario.
Lo primero: al controlar tú reprimes, en la transformación expresas. Pero no hay necesidad de expresar sobre alguien más, porque el “otro” es simplemente irrelevante. La próxima vez que te sientas enojado ve y corre alrededor de la casa siete veces, y después siéntate bajo un árbol y observa dónde ha ido el enojo. Tú no lo has reprimido, no lo has controlado, no se lo has arrojado a alguien más — porque si lo lanzas a otro se crea una cadena, debido a que el otro es tan tonto como tú, tan inconsciente como tú. Si lo lanzas a otro, y si el otro es una persona iluminada, no habrá problema; él te ayudará a arrojarlo y a liberarlo y a pasar por una catarsis. Pero el otro es tan ignorante como tú; si le lanzas enojo, reaccionará. Te lanzará más enojo, él está tan reprimido como tú. Entonces se hace una cadena: tú se lo lanzas a él, él te lo lanza a ti, y ambos se vuelven enemigos.
No se lo arrojes a nadie. Es igual que cuando sientes ganas de vomitar: tú no vas y vomitas sobre alguien. El enojo necesita un vómito. ¡Tú vas al cuarto de baño y vomitas! Limpia el cuerpo entero — si reprimes el vómito será peligroso, y cuando hayas vomitado te sentirás fresco, te sentirás liberado de un peso, descargado, bien, sano. Algo estaba mal en el alimento que tomaste y el cuerpo lo rechaza. No continúes forzándolo dentro.
El enojo es sólo un vómito mental. Algo que has tomado está mal y todo tu ser psíquico desea arrojarlo, pero no hay necesidad de arrojarlo sobre alguien. Como la gente lo arroja sobre otros, la sociedad les dice que lo controlen.
No hay necesidad de arrojar enojo sobre nadie. Tú puedes ir a tu cuarto de baño, puedes dar una larga caminata — que quiere decir que algo en el interior necesita una rápida actividad para que sea liberado. Sólo trota un poco y sentirás que está liberado, o toma una almohada y golpea la almohada, lucha con la almohada, y muerde la almohada hasta que las manos y los dientes estén relajados. En el transcurso de una catarsis de cinco minutos te sentirás descargado, y una vez que conoces esto nunca lo arrojarás sobre nadie, porque eso es absolutamente estúpido.
Lo primero en la transformación entonces es expresar el enojo, pero no sobre otro, porque si tú lo expresas sobre otro no puedes expresarlo totalmente. Puede que te guste matar, pero no es posible; puede que te guste morder, pero no es posible. Pero eso se le puede hacer a una almohada. Una almohada quiere decir “ya iluminado”; la almohada está iluminada, es un buda. La almohada no reaccionará, y la almohada no irá a ninguna corte, y la almohada no traerá ninguna enemistad contra ti, y la almohada no hará nada. La almohada será feliz, y la almohada se reirá de ti.
Lo segundo a recordar: sé consciente. Al controlar, la consciencia no es necesaria; sólo lo haces mecánicamente, como un robot. El enojo viene y hay un mecanismo — de repente todo tu ser se vuelve estrecho y cerrado. Si estás atento puede que el control no sea tan fácil.
La sociedad nunca te enseña a estar atento, porque cuando alguien está atento, está completamente abierto. Esto es parte de la consciencia; uno está abierto, y si tú deseas reprimir algo y estás abierto, es contradictorio, puede salir. La sociedad te enseña a cerrarte por dentro, a derrumbarte por dentro. A que no permitas incluso una pequeña ventana para que algo salga.
Pero recuerda: cuando nada sale, nada entra tampoco. Cuando el enojo no puede salir, tú estás cerrado. Si tocas una hermosa roca, nada entra; miras una flor, nada entra: tus ojos están muertos y cerrados. Besas a una persona — nada entra, porque estás cerrado. Vives una vida insensible.
La sensibilidad crece con la consciencia. A través del control te vuelves apagado y muerto — eso es parte del mecanismo del control: si estás apagado y muerto entonces nada te afectará, como si el cuerpo se hubiera convertido en un alcázar, una defensa. Nada te afectará, ni un insulto ni el amor.
Pero este control tiene un precio muy alto, un precio innecesario; entonces se convierte en todo el esfuerzo de la vida: cómo controlarte — ¡y después morir! Todo el esfuerzo del control se lleva toda tu energía, y entonces simplemente mueres.
El enojo es hermoso; el sexo es hermoso. Pero las cosas hermosas pueden volverse feas. Eso depende de ti. Si las condenas, se vuelven feas; si las transformas, llegan a ser divinas.
Sin control, sin expresar en otros, con más consciencia — y entonces la consciencia cambia de la periferia al centro.
...Y Llovieron Flores

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